Pensamientos del Beato Alberione hacia los sacerdotes...

 

 "El sacerdote se hace camino, si practica, además de los mandamientos, las virtudes sacerdotales, se hace verdad, si piensa y razona y juzga según el Evangelio y según la fe. Se hace vida, si, viviendo unido a Jesucristo, comunica a las almas la vida sobrenatural". (SM, 4)  

 

"El sacerdote, después de dejar el altar, tiene que rezar por más tiempo que los fieles, ya para recabar más abundantes frutos de la misa celebrada, ya para dar buen ejemplo a los demás fieles". (SM, 540).

 

 "EL sacerdote, a ejemplo de Jesucristo Maestro, que prefirió a os pobres y enfermos, debe reservar su predilección a estos sus hijos: “estuve enfermo y me visitaste”. Cuando más agrada al Corazón de Jesús y es amado por el Corazón inmaculado de María" (AS, p. 101)

Vocación a la vida, vocación al servicio

La vocación sacerdotal nos recuerda la presencia de Cristo en medio de nuestros pueblos, ella debe ponerse al servicio de todas las demás vocaciones, según S.S. Benedicto XVI: “Los fieles esperan de los sacerdotes solamente una cosa:  que sean especialistas en promover el encuentro del hombre con Dios… De él se espera que sea experto en la vida espiritual, que sea testigo de la sabiduría eterna”. es su principal misión, es la misión propia, específica, del ungido que Dios ha elegido.

 

 

Sacerdotes, reyes y profetas...desde el bautismo.

A esto, Dios nos ha consagrado desde siempre (Ex.19,6), nos hizo reyes y sacerdotes, es lo que en el Antiguo Testamento se llamó Sacerdocio común de fieles, donde el pueblo elegido era llamado a vivir en santidad, era una alianza de amor con su Creador.  Hoy, continúa siendo igual, por el bautismo en Cristo los cristianos hemos nacido a una vida nueva, para vivir mejor esta consagración de sacerdotes.

Conocemos a través de las Escrituras, que Jesús mismo, también ha elegido unas personas en un seguimiento más radical para el servicio de su Pueblo y el cuidado de su rebaño, es así que como pueblo de creyentes todos necesitamos y somos responsables de estas vocaciones, que nos han sido concedidas por designio divino, este es el Sacerdocio Ministerial, gran bien para toda la comunidad.

Los dones de profetas y reyes son también gracia para todos los creyentes, unidos al sacerdocio ministerial, animan e invitan a vivir unidos al reinado de Cristo (Ap.1,6) anunciando con la vida misma la experiencia de Dios a las personas, ofreciéndonos a cada momento como hostias vivas, agradables a Él (Rm12,1).

Oremos por todos los que reciben esta gracia de ser Pastores y guías, especialmente por los que pasan momentos difíciles, preciso en esos momentos encuentren al fin, la fuerza del Espíritu que Cristo les ha entregado animando y renovando aquel llamado recibido en ese día grande lleno de gracia: “eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec”. El día que recibieron su Consagración se convierte en el don más grande recibido gratuitamente en manifestación del amor del Padre que siempre permanece, aún en los momentos de desconsuelo.

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